Vivir deprisa y … ¿para qué? La mayoría de la población practica la religión del estrés, y para ser fiel a su doctrina asume tarea tras tarea sin número máximo, el hacer más en menos tiempo. Al preguntarles que hacen cuando acaban la tarea que están haciendo con tanta prisa, su respuesta es: “otra cosa”, y después de esa otra cosa viene otra más, entonces ¿cuándo viven?, ¿cuándo disfrutan de la vida?, su respuesta es: ”después”, pero tras la esquina del después siempre hay otro inicio de tarea, y así sucesivamente, de manera que nunca llegan al final, sencillamente porque para ellos no hay final, pues siempre tienen una ocupación, y si no la tienen, la buscan. ¿Se han “parado” a pensar que sienten cuando acarician el cabello de su hijo?, o ¿cómo definirían el tacto de la piel de su pareja? Y tú, ¿Has sentido el latido del corazón de un ser querido en tu pecho cuando le has abrazado tiernamente? Si no hay respuesta, detente un momento y piensa. Si respirar pausadamente para relajarte te parece una pérdida de tiempo, ¿por qué respiras a cada instante? Pues, si para tu mente racional es necesario respirar a cada instante y oxigenar tu cuerpo físico, para tu mente emocional será necesario serenar tu ritmo diario y oxigenar tu alma.
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